Humedales esteparios y rutas migratorias. Pieza clave en el Cambio Climático

En la última década, el cambio climático ha provocado cambios de comportamiento en la gran mayoría de las especies, acentuándose este cambio en las especies migratorias, ya que estas son más vulnerables, al utilizar múltiples hábitats y una gran cantidad de recursos.

Como se manifiesta en la publicación de CMS sobre las especies migratorias y el cambio climático, este está modificando las rutas de migración, como una respuesta a las distintas adversidades ocasionadas por el tan conocido cambio climático; como son la incompatibilidad temporal de presa y depredadores, fenómeno conocido como disyunción ecológica, cambios climático, elevación de factores como la erosión y la temperatura, etc.

Este patrón de comportamiento, heredado de generación en generación, se ha visto modificado por los cambios tan bruscos de temperaturas y la altísima erosión que sufre el continente Africano. Lo que ha provocado una reducción en el total de km. recorridos por las aves en las rutas migratorias o en algunos casos llegando a desaparecer, como es el caso de la cigüeña blanca, que es frecuente verla todo el año en el lugar donde realizo el nido.

Como bien publicó la revista “Ardeola”, el número de pequeñas aves migratorias que cruzan el estrecho de Gibraltar están disminuyendo a pesar de que en Europa sus poblaciones están estables, ejemplo de ellas son especies como la gaviota, verdejo, bisbita…

Este cambio de comportamiento en las diferentes aves, hace que los humedales Andaluces pasen de ser lugares de paso a ser punto de destino para una gran variedad de especies, muchas de ellas catalogadas como son la Malvasía Cabeciblanca (Oxyura leucocephala) o la garza real (Ardea cinérea).

Entre todos los tipos de humedales resalta por su papel en estas rutas los humedales esteparios. Estas laminas de agua ubicadas en un ecosistema tan seco como son las estepas, donde el agua es un recuso limitante, se convierten en verdaderos oasis de vida.

Las estepas son ecosistemas que han sido creados por la mano del hombre, tras varios siglos de agricultura, transformándose en el hábitat idóneo para especies como la avutarda (Otis tardas) o el Sisón (Tetrax tetrax). Si a este hábitat tan idóneo para especies con necesidades tan peculiares le unimos una lámina de agua, obtenemos una fuente de biodiversidad, con un gran potencial ecológico como es el caso de los humedales esteparios.

Un ejemplo de humedal estepario, es el Complejo Endorreico Lantejuela-Osuna-Ecija, donde en los últimos censos se ha demostrado que numerosas especies habitan en sus lagunas todo el año, lo que demuestra un cambio de comportamiento en estas especies, que antes usaban etas lagunas como lugar de descanso antes de iniciar la marcha postnupcial y que ahora residen en el durante todo el año. Estos humedales provocan una primavera perpetua, mejorando su supervivencia y su productividad. Tras las abundantes lluvias de 2010 y 2011, estos humedales temporales han permanecido inundados todo el año, manteniendo una profundidad aceptable para muchas especies. Igualmente el cambio vegetativo, que ha sufrido algunas lagunas del complejo como la Hoya de la Turquilla, donde los juncos y carrizos forman la unidad principal de vegetación, ha permitido que especies como el Martinete (Nycticorax Nycticorax) hayan triplicado el número de parejas reproductoras en un periodo de 5 años.

Por lo que si comparamos los resultados de los censos realizados en el complejo, con los del paso por el Estrecho podemos comprobar que los humedales esteparios forman una pieza clave en este gran puzle de cambio climático.