España es el tercer país de la Unión Europea con más emprendedores en municipios rurales

La despoblación rural de buena parte del territorio español ha despertado las alarmas. Además de los propios habitantes de esas zonas que han dejado patente el abandono que les rodea, las propias instituciones han empezado a moverse para frenar esa sangría. Detrás de esa nueva concienciación están desde la necesidad de apostar por una sociedad sostenible, con una mejor distribución geográfica de la riqueza. Pero para conseguirlo las administraciones -algunas de ellas ya se han puesto a la tarea- tienen que desarrollar infraestructuras para soportar una nueva economía. En los últimos tiempos se habla mucho de emprendimiento como una posible solución a la despoblación rural. Según datos de la Asociación de Trabajadores Autónomos, España es el tercer país de la Unión Europea con más emprendedores en municipios rurales: un 18,6 %, sólo por detrás de Países Bajos y Francia. El emprendimiento rural, según Eurostat, ha aumentado en la última década en torno al 3,4 %. Detrás de este regreso está desde la crisis económica que expulsó a millones de empleados de las ciudades hasta la propia carestía de la vivienda. Pero recuperar la actividad económica en el ámbito rural no es fácil. Conseguir comunicaciones y telecomunicaciones comparables al entorno urbano es prácticamente imposible y ahí son las administraciones las que tienen que establecer incentivos y planes. Pero los propios habitantes están tomando la iniciativa para poner en marcha oportunidades de negocio.

La recuperación de las economías rurales pasa por dotarles de las mismas herramientas de que disponen en las ciudades


Destacar valores como la sostenibilidad, el respeto a la naturaleza o los beneficios para la salud del entorno rural son fuente de inspiración para muchas actividades. Pero no todo puede concentrarse en la exaltación de sentimientos bucólicos, sino que hay que encontrar y, sobre todo, consolidar planteamientos para que evitar la despoblación sea una tarea de continuidad, como la de dar facilidades a aquellos que se decanten por la vuelta a la naturaleza. Porque las empresas no lon tienen fácil: peores infraestructuras y menos recursos; distancia de los mercados, insuficiente demanda local y déficit de servicios son algunos de los problemas que limitan las iniciativas empresariales. Otro de los problemas a los que se enfrenta el empresario rural es la creciente desaparición de servicios financieros e incluso de cajeros donde realizar las operaciones más básicas. Las entidades alegan que ahora todo se puede hacer online, pero si partimos de la base de que existe un déficit de conexiones digitales, la solución es inexistente. Superar estas diferencias en un mundo conectado no debería ser complicado. El problema es que llevar la fibra óptica a estas zonas no entra en los planes de las grandes operadoras y sólo con los incentivos de la administración se pueden paliar estas deficiencias. Para ello el Gobierno aprobó el pasado año el plan para que los pueblos de menos de 5.000 habitantes también dispongan de banda ancha y puedan disponer de servicios de calidad, como videoconferencias o streaming. Por ejemplo, la Diputación de València promueve el programa Conecta València que financia instalaciones inteligentes en sus municipios. En la última convocatoria se presentaron 91 proyectos, todos ellos enfocados a la sostenibilidad y la mejora de la calidad de vida de los vecinos: desde el control de fugas de agua a la monitorización del consumo eléctrico o el análisis del tráfico para reducir las emisiones.

Devolver al mundo rural la importancia económica que tuvo en su día pasa también por aplicar la última tecnología


Así, la agricultura se vuelve más eficiente utilizando técnicas de precisión. Además, las comunicaciones digitales permiten superar las distancias físicas con los mercados potenciales, contando con buenos servicios de logística y transporte. Pero también tiene sus peligros, ya que la propia población puede dejar de frecuentar los comercios locales en favor del comercio electrónico. La apuesta por la producción agrícola ecológica es una de las más prometedoras, dada la creciente concienciación hacia el uso responsable de los recursos. A ello se añade el movimiento de km 0 para consumir alimentos producidos en el entorno, de modo que no sólo se contribuye a mantener la producción local, sino que se evitan largo transportes que generan más emisiones. Uno de los mayores problemas es el envejecimiento de la población, lo que contribuye a que sea un mercado poco atractivo para las compañías. Luchar contra la despoblación rural es un desafío con una victoria más que dudosa en las actuales circunstancias, pero disponer de buenos servicios educativos, por ejemplo, puede ser un buen gancho para convencer a familias jóvenes.

Las ayudas deben pasar por escuchar y comprender la realidad, facilitar la financiación y promover la colaboración


En este sentido hay que destacar los buenos resultados que los estudiantes de zonas rurales cosechan, debido a una mayor atención por parte de los maestros, aunque atiendan todos los cursos en una misma aula. Todo ello, como bien apunta la Unión Europea, debe basarse en políticas planificadas y de largo recorrido. No se pueden realizar acciones puntuales para tapar parches. Las soluciones deben focalizarse en las necesidades específicas de las empresas de la zona. Unas políticas que deben basarse en escuchar y comprender la realidad de las empresas rurales, proporcionarles el apoyo que necesiten, facilitar la financiación, fomentar la colaboración entre las empresas de la zona e incluso plantear una fiscalidad diferenciada que sirva como gancho para el establecimiento de empresas. Las medidas para acabar con la despoblación rural pasan por la igualdad de oportunidad, por facilitar el acceso a los mismos servicios que tan a mano están en las zonas urbanas y metropolitanas. Fuente: Economia3.com

España es el tercer país de la Unión Europea con más emprendedores en municipios rurales

La despoblación rural de buena parte del territorio español ha despertado las alarmas. Además de los propios habitantes de esas zonas que han dejado patente el abandono que les rodea, las propias instituciones han empezado a moverse para frenar esa sangría.

Detrás de esa nueva concienciación están desde la necesidad de apostar por una sociedad sostenible, con una mejor distribución geográfica de la riqueza. Pero para conseguirlo las administraciones -algunas de ellas ya se han puesto a la tarea- tienen que desarrollar infraestructuras para soportar una nueva economía.

En los últimos tiempos se habla mucho de emprendimiento como una posible solución a la despoblación rural. Según datos de la Asociación de Trabajadores Autónomos, España es el tercer país de la Unión Europea con más emprendedores en municipios rurales: un 18,6 %, sólo por detrás de Países Bajos y Francia.

El emprendimiento rural, según Eurostat, ha aumentado en la última década en torno al 3,4 %. Detrás de este regreso está desde la crisis económica que expulsó a millones de empleados de las ciudades hasta la propia carestía de la vivienda.

Pero recuperar la actividad económica en el ámbito rural no es fácil. Conseguir comunicaciones y telecomunicaciones comparables al entorno urbano es prácticamente imposible y ahí son las administraciones las que tienen que establecer incentivos y planes.

Pero los propios habitantes están tomando la iniciativa para poner en marcha oportunidades de negocio.


La recuperación de las economías rurales pasa por dotarles de las mismas herramientas de que disponen en las ciudades


Destacar valores como la sostenibilidad, el respeto a la naturaleza o los beneficios para la salud del entorno rural son fuente de inspiración para muchas actividades. Pero no todo puede concentrarse en la exaltación de sentimientos bucólicos, sino que hay que encontrar y, sobre todo, consolidar planteamientos para que evitar la despoblación sea una tarea de continuidad, como la de dar facilidades a aquellos que se decanten por la vuelta a la naturaleza.

Porque las empresas no lon tienen fácil: peores infraestructuras y menos recursos; distancia de los mercados, insuficiente demanda local y déficit de servicios son algunos de los problemas que limitan las iniciativas empresariales.

Otro de los problemas a los que se enfrenta el empresario rural es la creciente desaparición de servicios financieros e incluso de cajeros donde realizar las operaciones más básicas. Las entidades alegan que ahora todo se puede hacer online, pero si partimos de la base de que existe un déficit de conexiones digitales, la solución es inexistente.

Superar estas diferencias en un mundo conectado no debería ser complicado. El problema es que llevar la fibra óptica a estas zonas no entra en los planes de las grandes operadoras y sólo con los incentivos de la administración se pueden paliar estas deficiencias. Para ello el Gobierno aprobó el pasado año el plan para que los pueblos de menos de 5.000 habitantes también dispongan de banda ancha y puedan disponer de servicios de calidad, como videoconferencias o streaming.

Por ejemplo, la Diputación de València promueve el programa Conecta València que financia instalaciones inteligentes en sus municipios. En la última convocatoria se presentaron 91 proyectos, todos ellos enfocados a la sostenibilidad y la mejora de la calidad de vida de los vecinos: desde el control de fugas de agua a la monitorización del consumo eléctrico o el análisis del tráfico para reducir las emisiones.


Devolver al mundo rural la importancia económica que tuvo en su día pasa también por aplicar la última tecnología


Así, la agricultura se vuelve más eficiente utilizando técnicas de precisión. Además, las comunicaciones digitales permiten superar las distancias físicas con los mercados potenciales, contando con buenos servicios de logística y transporte. Pero también tiene sus peligros, ya que la propia población puede dejar de frecuentar los comercios locales en favor del comercio electrónico.

La apuesta por la producción agrícola ecológica es una de las más prometedoras, dada la creciente concienciación hacia el uso responsable de los recursos. A ello se añade el movimiento de km 0 para consumir alimentos producidos en el entorno, de modo que no sólo se contribuye a mantener la producción local, sino que se evitan largo transportes que generan más emisiones.

Uno de los mayores problemas es el envejecimiento de la población, lo que contribuye a que sea un mercado poco atractivo para las compañías. Luchar contra la despoblación rural es un desafío con una victoria más que dudosa en las actuales circunstancias, pero disponer de buenos servicios educativos, por ejemplo, puede ser un buen gancho para convencer a familias jóvenes.


Las ayudas deben pasar por escuchar y comprender la realidad, facilitar la financiación y promover la colaboración


En este sentido hay que destacar los buenos resultados que los estudiantes de zonas rurales cosechan, debido a una mayor atención por parte de los maestros, aunque atiendan todos los cursos en una misma aula.

Todo ello, como bien apunta la Unión Europea, debe basarse en políticas planificadas y de largo recorrido. No se pueden realizar acciones puntuales para tapar parches. Las soluciones deben focalizarse en las necesidades específicas de las empresas de la zona.

Unas políticas que deben basarse en escuchar y comprender la realidad de las empresas rurales, proporcionarles el apoyo que necesiten, facilitar la financiación, fomentar la colaboración entre las empresas de la zona e incluso plantear una fiscalidad diferenciada que sirva como gancho para el establecimiento de empresas.

Las medidas para acabar con la despoblación rural pasan por la igualdad de oportunidad, por facilitar el acceso a los mismos servicios que tan a mano están en las zonas urbanas y metropolitanas.

Fuente: Economia3.com

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