En este nuevo proceso, los profesores, las familias y los recursos de los centros cobraron un papel importante y responsable para el acceso, con equidad, a la educación de todos sus estudiantes.
La escuela rural, además de por sus características específicas con relación al número de alumnos y las diferencias en sus niveles educativos respecto a la escuela urbana, tuvo que participar activamente en esa transformación con los medios que tenía su disposición.
El desarrollo de tutoriales para los padres de familia, la orientación y mentoría a aquellos estudiantes con mayores dificultades, la consolidación de una estructura organizativa que pudiera hacer que una buena parte de los estudiantes de todas las etapas educativas continuasen su aprendizaje… Aunque han surgido formas creativas e innovadoras de atender a la educación, la desigualdad en el acceso a este derecho en las familias, así como la falta de competencias digitales de la población que reside en estas zonas, aumentó la brecha en el acceso al conocimiento entre la infancia más desfavorecida.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO), la interrupción inmediata de la educación presencial causada por la crisis sanitaria de la COVID-19 ha afectado a más de 10 000 millones de estudiantes y jóvenes de todo el mundo y, en concreto, a 7 999 895 estudiantes españoles de Educación Básica y Terciaria.
Con la llegada de una era marcada por la revolución digital, la administración pública ha apostado por materializar programas que consoliden la integración de las tecnologías de la educación y la comunicación en las escuelas rurales.
A través de la transformación de la tecnología en el aula y la necesidad de innovación para los requerimientos del cambio de paradigma que marcan las prácticas educativas y sociales de la comunidad educativa, los centros educativos están inmersos en un proceso de readaptación continua.
Algunos estudios han identificado que la innovación, contribución creativa y acceso sin límites al conocimiento a través de la red han logrado un cambio significativo en las escuelas y centros rurales.
La educación en las zonas rurales en España es atendida a través de los Centros Rurales Agrupados. Estos espacios educativos se caracterizan por estar constituidos por unidades educativas ubicadas en municipios vecinos, las cuales en su conjunto conforman un único centro.
La centralidad de la administración, la integración de aulas mixtas formadas por estudiantes de la Educación Infantil y Educación Primaria y la ruralidad como escenario principal de los procesos educativos son algunas de las características de estos espacios.
Desde la integración de la tecnología en las aulas rurales, el profesorado rural tiene acceso a estas para atender de forma más específica a las necesidades individuales del estudio.
El conocimiento que los estudiantes han adquirido para manejar diferentes herramientas digitales en las aulas rurales, así como la instauración previa de webs y redes colaborativas para dar seguimiento a los procesos educativos fuera del aula y favorecer la comunicación y coordinación entre los miembros de la comunidad escolar, evitando así los desplazamientos de un centro a otro, han sido elementos facilitadores de la adaptación de la educación presencial a la educación en línea durante el período de confinamiento.
El móvil, las aplicaciones como WhatsApp, el uso de las plataformas educativas de los propios centros, la distribución de tarjetas móviles con datos y portátiles entre algunos estudiantes sin medios telemáticos, así como la implantación de la televisión educativa, se volvieron medios necesarios y objetivos para la atención de la educación durante este período.
Garantizar el derecho a la educación requiere que nadie se quede atrás. Esta ha sido la filosofía educativa que ha cimentado las acciones y prácticas de los centros y profesores de la escuela rural española durante los cambios inesperados y vertiginosos que el brote de COVID-19 ha conducido.
A pesar del soporte tecnológico y didáctico que estos colegios han construido desde la cotidianidad de los procesos educativos y de sus recursos, existen factores que han condicionado y limitado el acceso al conocimiento de muchos de los estudiantes y la imposibilidad de tener un seguimiento activo de su aprendizaje por parte de los educadores.
La disponibilidad o no de recursos tecnológicos o de acceso a internet pone en evidencia la fragilidad del cumplimiento del derecho a la educación. Durante este periodo, la brecha digital ha sido el elemento clave y el eje principal de actuación en centros e instituciones educativas.
El último Informe de cobertura de banda ancha en España, del año 2018, expone que en estas zonas rurales menos del 40 % de la población dispone de conexión de alta velocidad.
Por su parte, aquellos estudios realizados en el ámbito del uso de la tecnología en las escuelas rurales demuestran que, si bien en algunas instituciones educativas las nuevas tecnologías han permitido la consolidación de modelos híbridos de enseñanza, en otras el uso de estas herramientas no supone, precisamente, una renovación metodológica.
También existe una escasa implicación de las familias en aquellos proyectos que conllevan dar seguimiento a los trabajos de sus hijos a través de las plataformas educativas instaladas.
A pesar de que las acciones realizadas en estos centros escolares han perseguido el acceso al conocimiento desde las distintas posibilidades del alumnado, la carencia de recursos materiales, la infraestructura, el tiempo y el conocimiento sobre el uso de los recursos digitales en algunas familias han condicionado la obtención de un impacto significativo en la experiencia de aprendizaje de los estudiantes.
Mientras en las escuelas rurales el acceso y la disponibilidad de los recursos digitales pueden estar condicionados, existen elementos como el entorno, los espacios abiertos y flexibles, los recursos naturales o las bajas proporciones de estudiantes en el aula que, lejos de ser un contexto cargado de incertidumbre e inconvenientes ante un nuevo rebrote, pueden cambiar un regreso a la educación presencial.
Estos recursos pueden ser una oportunidad para transformar la educación rural desde una visión innovadora y creativa, tal y como están haciendo muchas de las mejores escuelas del mundo, que basan su modelo educativo en un aprendizaje experiencial.
Conviene reflexionar sobre la influencia que el entorno tiene en el desarrollo personal, el aprendizaje y la adquisición de habilidades y destrezas.
Existen estudios que han analizado las experiencias académicas del alumnado de escuelas urbanas y rurales y han determinado que los alumnos que participan en el aprendizaje ambiental al aire libre obtienen calificaciones más altas en evaluaciones académicas.
Los beneficios que el aprendizaje al aire libre concede al desarrollo del individuo han conducido a que en países como Finlandia y Estados Unidos aparezca este modelo como un espacio pedagógico de innovación que contribuye al desarrollo de la empatía por el medio natural.
Esto facilita el abordaje de los contenidos curriculares de forma transversal potenciando que, a través de la observación y exploración, se activen los sentidos afectivos y cognitivos, además de la construcción del conocimiento de forma más permanente en las estructuras de memoria.
Esta situación global y la incertidumbre sobre la pandemia están obligando a los sistemas educativos del mundo a rediseñar las formas en las que se tiene que enseñar y aprender. La adaptabilidad de los seres humanos a los nuevos cambios sociales ha sido un requerimiento que durante los últimos meses se ha desarrollado con mayor ahínco.
Si estos elementos son nuevos condicionantes en el bienestar de los individuos, conviene reflexionar sobre si las medidas que se están tomando para el retorno de la educación presencial permiten el desarrollo holístico de los niños y sobre cómo la capacidad de los espacios abiertos en la educación y el aprendizaje a través del entorno son modelos que aumentan la seguridad y el bienestar de los estudiantes.