Sarah ha pasado buena parte de su vida viajando por el mundo; Santiago de Chile, Londres, Bombay o Ámsterdam son algunas de las ciudades donde esta joven holandesa ha vivido antes de recalar en San Nicolás del Puerto en el corazón de la Sierra Morena Sevillana. Aquí, en las ruinas de la que fue la primera minicentral hidráulica de la comarca, ha encontrado el lugar ideal para desarrollar su proyecto de vida; poner en funcionamiento la fábrica de la luz junto a un hospedaje rural como parte de una ambiciosa iniciativa de recuperación del patrimonio, educación ambiental, agroecología y biodiversidad.
Sarah Denie y su marido Simon Evitts llevan varios años bregando con las administraciones para sacar adelante su proyecto empresarial; poner en funcionamiento la única minicentral hidraúlica de esta comarca y desarrollar este proyecto que ayudará a la economía de esta zona rural y que está pendiente del permiso de concesión de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
La minicentral debería llevar dos años funcionando, pero los continuos trámites burocráticos han retrasado su ejecución que sí ha contado desde un principio con el apoyo incondicional del GDR Sierra Morena Sevillana. “Ellos han entendido muy bien la filosofía del proyecto y cómo beneficia a la economía rural de esta comarca”. Y es que esta iniciativa recoge a la perfección la esencia de LEADER; creación de un nuevo negocio con actividad económica inexistente en San Nicolás del Puerto, puesta en valor del patrimonio histórico industrial único en la zona con incidencia positiva en la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático y creación de empleo.
Las trabas burocráticas con las que ha tropezado no han hecho mella en la ilusión de Sarah y su pareja por recuperar este espacio en el que hace 100 años ya se producía energía, se trabajaba la tierra y cuidaba el ganado. “Nosotros no hemos innovado en nada, todo esto ya se hacía antes. Lo que cambia es que ahora tenemos más medios para acometer su mejora”, aclara.
La fábrica Nuestra Señora del Carmen fue en su tiempo un espacio innovador y apreciado por las gentes de la comarca. “Queremos devolver a este espacio el interés de antaño” reconoce.
El proyecto contempla la rehabilitación y puesta en marcha de la Fábrica de la Luz mediante la restauración de sus estructuras históricas, y la instalación de maquinaria y tecnologías modernas para generar energía a partir de una fuente renovable como es el agua. “Sería estupendo que la propia gente del pueblo se beneficiase de la energía limpia que genera su río” afirma esperanzada.
Además, La Fábrica de Luz recuperará una pieza importante del patrimonio cultural industrial de la Sierra Morena Sevillana, y lo abrirá al público.
Mientras llegan las concesiones y permisos, Sarah ya ha recuperado una de las casas de la mini central donde vive con su familia, ha sembrado el entorno de árboles frutales, cultiva un fructífero huerto que les abastece de productos ecológicos durante el año y anda metida de lleno en nuevos espacios que en un futuro próximo alberguen todo tipo de actividades educativas para grandes y pequeños. “Confiamos en que el año que viene estemos generando electricidad y abiertos a visitas para que la gente conozca parte del funcionamiento de la fábrica y el conjunto industrial “anhela esta emprendedora neorrural.
Y, en función de los permisos y la situación económica, el siguiente paso será abrir la hospedería rural: consta de 9 habitaciones dobles y una sala de eventos con actividades socio culturales para posteriormente comenzar con la educación ambiental.
Con toda la experiencia que le ha dado la tramitación de este proyecto, Sarah recomienda a aquellas personas que quieran emprender que “comiencen con un proyecto flexible que puedan adaptar dependiendo de los imprevistos que surjan”.
Igual de importante es la idea. “Para mi es esencial hacer algo que te sale del corazón y en la que crees: es muy difícil vender un producto si no te interesa”.
La Sierra Morena Sevillana le ha dado a Sarah tranquilidad, sosiego y calidad de vida para sus hijos que crecen sanos y fuertes en este espacio de gran valor ambiental y cultural. “He descubierto lo poco que necesitamos la ciudad para entretenernos. Ahora mismo, no podemos imaginarnos vivir en una ciudad; aquí en el campo estamos muy a gusto” afirma convencida.
Fuente: ARA