“Queremos manifestar nuestra admiración y agradecimiento al indispensable papel que las mujeres han desempeñado y desempeñan en el sostenimiento y el desarrollo de nuestro mundo rural”. Así comenzaba el manifiesto leído ayer en Villarrín de Campos, epicentro de la jornada de convivencia organizada por el Equipo de Pastoral Rural Misionera, que se suma a la iniciativa del Movimiento Rural Cristiano y el Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos.
Un acto que, junto a la “reivindicación que brota del orgullo de sentirnos de pueblo”, este año ha sumado un homenaje a la mujer rural con una triple clave. Por un lado agradeciendo su papel como “pilares” de los pueblos y las iglesias de los pueblos; también realizando una denuncia de “todas esas situaciones de marginación que han vivido y viven las mujeres en general y la mujer rural en particular”. Y por otro lado la reivindicación que deben tener, tanto en la sociedad como en la iglesia, dando pasos en la línea iniciada por el papa Francisco “que nos invita a que las mujeres puedan formar parte de los centros de decisión de nuestra Iglesia. Nuestros pueblos, nuestra Iglesia, no existirían sin las mujeres, a ellas –portadoras de vida y esperanza–, agradecemos y apoyamos”.
El manifiesto del Mundo Rural leído ayer en Villarrín incide en “un reparto igualitario de las tareas domésticas y de cuidados para que así la mujer pueda optar a la vida laboral fuera del hogar en igualdad de condiciones”. Así como la “urgencia de fomentar la creación de leyes, recursos y medidas para minimizar las dificultades a la hora de optar por un trabajo fuera del hogar. Leyes que apoyen a las mujeres emprendedoras del mundo rural y favorezcan su acceso a sectores económicamente viables, ofreciendo formación específica para nuevas formas de trabajo”.
Los movimientos rurales cristianos pidieron que esas leyes “vayan acompañadas de herramientas para implantarlas con éxito y para ello hay que, por una parte, apoyar a las asociaciones de mujeres implantadas en el mundo rural y, por otra parte, implicar a los agentes locales en el desarrollo de actividades que permitan que la sociedad rural se dé cuenta de que sin mujeres no hay vida en los pueblos”. Además pidieron que se incentive la incorporación de las mujeres a los órganos de decisión del sector de desarrollo rural, “para avanzar en una mayor presencia institucional”.
La jornada comenzó con un acto religioso en la iglesia de Villarrín de Campos para continuar un recorrido por el pueblo, parando en la Residencia de ancianos hasta llegar al pabellón deportivo donde tuvo lugar la lectura del manifiesto y se procedió a la entrega de cuatro premios simbólicos otorgados a las mujeres rurales y recogidos por cuatro representantes de distintas comarcas. Premio Santa Bonifacia Rodríguez por el papel de la mujer en la economía de los pueblos. Premio Rigoberta Menchú por el papel de la mujer en el mundo rural. Premio Ruth por el papel de la mujer en la sociedad rural. Y premio María de Nazareth por el papel de la mujer en las parroquias de los pueblos.
El encuentro concluyó con una merienda compartida y fiesta que coronaba un nuevo acto de reivindicación y orgullo de ser de pueblo.
Fuente: La Opinión. El Correo de Zamora