El programa Erasmus cumple 35 años en 2022

Allá por el año 1987, la Unión Europea abrió las puertas del continente a los alumnos universitarios para ofrecerles la oportunidad de estudiar en otro país, con todo lo que ello conlleva.

El programa Erasmus cumple 35 años en 2022

El programa Erasmus, la beca más conocida del mundo, cumplirá 35 años en 2022 y no sólo tiene cuerda para rato, sino que se expande por todo el mundo. Se creó para favorecer la movilidad de alumnos entre universidades y forjar un carácter europeo de unidad. No sólo ha funcionado, sino que ha superado las expectativas más optimistas: unos 10 millones de ciudadanos se han beneficiado de una de las iniciativas más exitosas de la UE. Lo saben bien Juan Manuel Revuelta, uno de los primeros valencianos en beneficiarse del programa y el único galardonado con el Premio Erasmus de la UE, María Hueso y David Simón.

«Cambiar la vida» es una expresión repetida hasta la saciedad por los alumnos de Erasmus, sobre todo los de las primeras generaciones, cuando salir de España era una oportunidad al alcance de unos pocos. Una frase que se ha convertido en eslogan de los programas de intercambio europeos: «Cambiando vidas, abriendo mentes».

Revuelta es hoy director general de una exitosa consultora de gestión de fondos europeos y aceleradora de startups gracias, insiste, a Erasmus, palabra que pronuncia con un aire majestuoso. «Estudiaba Derecho y había montado una empresa junior. El catedrático Casas Pardo me dijo ‘váyase usted a Alemania, que han creado una plaza para la facultad de Derecho’. Me fui a la aventura con solo 20 años, a Maguncia, cuando solo Iberia operaba con Alemania. El billete me costó 70.000 pesetas (420 euros actuales). No había móvil, ni internet, escribíamos en máquinas de escribir, hacíamos colas en las cabinas para llamar a casa y todavía envíabamos cartas postales. Además, algunos profesores no te convalidaban aún las asignaturas», explica Revuelta, seguramente uno de los alumnos de Erasmus del mundo que más ha aprovechado la oportunidad. Hablamos de 1991. «Aceleré mi aprendizaje de alemán con clases en la Iglesia Evangélica. Me dediqué a estudiar y creé una guía alemana para que los valencianos fuesen a estudiar allí», añade.

El empeño de Revuelta, la ilusión por empaparse de un entonces emergente ‘europeísmo’, le hizo progresar. «Me compré un Citröen de segunda mano, mandé currículums y empecé a hacer prácticas en una empresa que me pagaba 24.000 marcos belgas (120.000 pesetas) de entonces. Mi padre no creía que me pagasen tanto», recuerda el valenciano, que deja una afirmación para la reflexión: «Erasmus se creó para prevenir que los alemanes no estuviesen por encima del resto». En 1999, Revuelta recibió el Premio Erasmus de la UE, galardón que sólo tuvo una edición.

«Erasmus me cambió la vida» vuelve a sonar en el discurso de Revuelta, contratado por el Parlamento Europeo antes de crear su propia empresa. «Ha abierto la mente de muchos europeos. Hay que salir de tu país para evitar posturas de radicalización como esa de ‘los franceses son todos malos porque nos queman los camiones’», apostilla un hombre instalado en Bruselas y que dedica su vida a asuntos europeos.

La vida de María Hueso dio un giro, también, con el programa que lleva el nombre de Erasmo de Rotterdam. «Estudiaba Ingeniería Industrial en la Politécnica y salieron 4 plazas. Pedían nota y conocimiento de inglés y me la dieron para estudiar sexto de carrera en Exeter (Inglaterra). Me marcó mucho. Llegué un campus donde lo tenías todo: tiendas, centro de salud y hasta discoteca. Salir de España para estudiar en ese momento era un lujo y casi todos los de aquel curso hemos terminado trabajando en temas relacionados con Europa», relata.

Erasmus marcó el camino, también, de David Simón. Cursó la beca en 2002. «Estudiaba ingeniería técnica industrial en la Universidad Politécnica de València (UPV). Era importante porque en esa época no pensábamos como ahora en salir un año fuera. Varias personas de la promoción nos fuimos a diferentes países. Fui a Montpellier. Francia es pionera en medio ambiente y agua y académicamente era importante para mí», recuerda David, que mantiene la amistad con un numeroso grupo de estudiantes de la época. «Nos reunimos una vez año y hace dos semanas nos juntamos. Somos unos diez amigos», explica.

«Más allá de la parte social, el año del Erasmus fue un punto de inflexión. Hice un proyecto de final de carrera y saqué la máxima nota, de medio ambiente y agua, además de haber aprendido francés. Así que Erasmus ha sido determinante en mi desarrollo personal y profesional», añade. En 2009, David se presentó como cooperante. Trabajó en Nicaragua, Mauritania y Panamá, y hoy es el jefe de Unicef en Venezuela de aguas, saneamiento e higiene gracias a la carrera internacional sobre la ingeniería del agua.

Fuente: EL LEVANTE

 

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