Artículo de Laura Domingo-Peñafiel y Joan Soler Mata, publicado en The Conversation.
La España vaciada gritaba hace unas semanas por la supervivencia en las calles de Madrid, pero desde la capital los problemas rurales quedan muy lejos y los educativos no son una excepción.
La educación en el mundo rural, según Theodore Coladarci, es una temática poco estudiada respecto a otros ámbitos de la investigación educativa debido a diferentes factores como los epistemológicos, políticos, económicos y sociales. Esta invisibilidad dificulta tener datos actualizados, encontrar antecedentes y avanzar en la investigación en este campo. El reto es muy grande.
Las cifras del Banco Mundial (2019) muestran que el crecimiento poblacional de las zonas rurales en España es decreciente desde el año 2007. Los datos de 2017 indican que la despoblación es evidente, con una pérdida de población rural anual del 1 %.
Del total de 46,7 millones de habitantes españoles (Instituto Nacional de Estadística, 2019), 9,3 millones viven en zonas rurales, según el Banco Mundial (2019), lo que corresponde a un 13’6 % de la población española.
En términos demográficos puede parecer una cifra poco elevada, pero cabe añadir que la población rural geográficamente ocupa el 92 % del territorio español según la OCDE (2006).
Estudiantes rurales
Respecto a los estudiantes rurales, durante el curso 2016-2017 se escolarizaron un total de 74.219 alumnos y alumnas en centros rurales en España. A pesar de que, según el Consejo Escolar del Estado (2018), solamente representa un 2,4 % del total del alumnado matriculado en estas enseñanzas, este número equivale a la población actual de ciudades españolas como Ciudad Real o Palencia. Nada despreciable y motivo suficiente para que la escuela del medio rural se considere una prioridad en política educativa.
¿Pero qué se entiende por escuela rural? Según Domingo-Peñafiel (2014), a partir de la historia conceptual, “una escuela rural es un centro educativo de Educación Infantil y Primaria de titularidad pública y que se encuentra situada en un pequeño municipio, considerando este menor de 3.000 habitantes”.
Organizados en aulas multigrado
Su principal característica es que los alumnos están organizados en aulas multigrado, es decir, en grupos-clase donde hay niños y niñas de edades diferentes con un mismo docente. Este tipo de escuelas situadas en un contexto rural siempre ha estado muy vinculada a su municipio, ejerciendo una función social activa.
Tiene grupos heterogéneos de edad y la interacción multinivel, así como un trato más personalizado con cada alumno. Siempre ha tenido la voluntad de encontrar y reivindicar una fisonomía propia.
Pero, la escuela rural ¿es mejor o peor que la escuela urbana? Desde el punto de vista de los resultados académicos, PISA (2015) muestra que, en los países de la OCDE, los alumnos de escuelas rurales obtuvieron 31 puntos menos en ciencia que los de escuelas urbanas, una brecha que se puede explicar por las diferencias en el perfil socioeconómico de los estudiantes y las escuelas.
Como se puede apreciar en el gráfico superior, teniendo en cuenta el nivel socioeconómico y cultural, los países donde la escuela rural obtiene mayor puntuación que la urbana son Estonia, Finlandia, Lituania, Estados Unidos y España.
El único país de la OCDE donde los resultados rurales son significativamente peores que los urbanos es Emiratos Árabes. Si no se tiene en cuenta el índice socioeconómico y cultural del alumnado y del centro donde estudia, los estudiantes rurales obtendrían mejores resultados que los urbanos en Bélgica, Reino Unido, Estados Unidos, Israel y Alemania.
Mejores resultados en la escuela rural
En el caso de España, la brecha rural-urbano se encuentra justo en el eje. Es decir, es nula. Esto significa que en España los resultados de la escuela rural son significativamente mejores que los de la escuela urbana, siempre y cuando estemos comparando alumnos de un índice socioeconómico y cultural similar.
Los resultados académicos de las escuelas dependen en gran parte de la solidez de los proyectos educativos y de las prácticas educativas que se llevan a cabo en las aulas.
Se muestran diferencias entre aquellas escuelas rurales que viven la multigraduación como un hecho únicamente estructural y organizativo por falta de alumnos y las que viven la multigraduación como una opción pedagógica en sus aulas.
Participación común en las actividades
Estas últimas tienen características propias y promueven un aprendizaje activo y participativo que favorece la inclusión, entendiendo esta como la posibilidad de acceso y participación de todos y todas las alumnas en las actividades escolares. Según los mismos autores, son consideradas aulas multigrado aquellas en las que:
Es evidente que el adjetivo “rural” no otorga a la escuela rural ni una etiqueta de calidad ni tampoco un perfil de homogeneidad. La diversidad de escuelas rurales es notable y seguramente lo único que podemos afirmar es que se trata de una escuela con un gran potencial pedagógico y un catálogo con multiplicidad de posibilidades desde el punto de vista educativo.
A partir de ahí, cada comunidad educativa (maestros, familias, alumnado y entorno social), de forma democrática y participativa, deberá construir su propio proyecto educativo y apuntar al reto de la calidad y al éxito escolar de todo el alumnado para superar los factores negativos y obstáculos, de todo tipo, a los cuáles hacer frente: conceptuales, sociológicos, estructurales e, incluso, pedagógicos, entre ellos, la débil formación específica del profesorado, y las bajas expectativas de los niños y niñas rurales acerca de poder realizar estudios superiores.
Por todo esto, hay que fortalecer los vínculos y el trabajo conjunto entre universidad y zonas rurales con el fin de mejorar las condiciones de vida de los pequeños pueblos contribuyendo de esta manera al reequilibrio territorial de España.