La primera ‘escuela de pastoras’ planta cara a la masculinización rural: “Es hora de ser visibles”

 

El mundo rural siempre ha sido un espacio dominado por hombres. Aunque las mujeres representan más de un 37% de las ayudas de la PAC (Política Agrícola Común) y suponen más de un tercio de las personas que trabajan en las explotaciones agrarias familiares, según datos del Observatorio del Turismo Rural 2020, siguen estando a la sombra. De hecho, son ellos los que figuran como titulares en la mayoría de esas explotaciones.


Para hacer frente a esa invisibilidad, la Asociación Española Contra la Despoblación (AECD) ha puesto en marcha en Cantabria la primera ‘Escuela de pastoras del siglo XXI’. Una idea que nace para “dignificar el trabajo de la mujer rural, que durante mucho tiempo se ha realizado pero que no ha tenido tanta visibilidad”,  explica Susana Pacheco, impulsora del proyecto.

“Hemos querido cubrir unas necesidades que están ahí, pero que no siempre son visibles”, comenta la representante de la AECD en Cantabria, “y hemos visto que una de las formas de dar presencia a la mujer y empoderarla era dándole la oportunidad de tener una formación muy firme, en este caso en el sector ganadero”.

Se trata de un curso de nueve meses en los que 30 mujeres tendrán una formación de 460 horas de teoría online y otras 225 horas, un fin de semana al mes, de prácticas presenciales en los idílicos valles pasiegos de Cantabria.

En los casi dos meses que ha durado el proceso de preinscripción se han apuntado al curso un total de 265 mujeres. “Ha sido una sorpresa agradable porque sabíamos que iba a haber gente, pero no esperábamos que se fueran a inscribir tantas personas”, comenta Susana. Y llegan de todas partes de España. “La preinscripción la han hecho mujeres hasta de Canarias. Menos de Ceuta y Melilla están todas las comunidades representadas”.

“Va a haber mujeres en todo tipo de situaciones”

La creadora de esta escuela la define como un “proyecto de transformación social”. Y es que además de estar dirigido a mujeres que viven en el entorno rural y quieren formarse o a aquellas que viven en ciudades y planean dar el salto al campo, también tiene en cuenta a aquellas que pueden estar en riesgo de exclusión social. “La idea es que va a haber mujeres en todo tipo de situaciones y con las becas vamos a favorecer que personas que tienen un alto interés y muchas ganas de emprender no se queden fuera“.

Porque las becas es una de las partes más importantes e innovadoras de un proyecto que se encuentra en estos momentos en contacto con administraciones y empresas privadas para lograr la financiación necesaria. Y es que además de las ayudas para la formación, esta escuela planea becar a los hijos que las alumnas tengan a su cargo para que puedan trasladarse con ellas hasta Cantabria durante las prácticas. “Tenemos en cuenta la conciliación familiar”, señala Pacheco. “Mientras los niños están atendidos ellas van a poder seguir formándose”.

Durante esas prácticas, y en el resto de clases, las alumnas aprenderán todo tipo de cosas. “Vamos a hablar desde cómo trabajar con la administración de forma telemática hasta todo lo que tiene que ver con la ganadería y el sistema de pastoreo”. Pero como las pastoras del siglo XXI necesitan adaptarse a los nuevos tiempos, en el curso se hará especial hincapié a los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por las Naciones Unidas, “como son las estrategias de la granja a la mesa, la bioeconomía o la economía circular”.

Pero la formación de las futuras pastoras no termina ahí. En esta escuela es importante la “diversificación” y por eso, aunque esperan que la ganadería sea la fuente principal de ingresos de estas mujeres, también les darán otra formación añadida con la que completar esa actividad. “Vamos a hacer algunos módulos específicos de temas que tienen que ver con la venta directa, la apicultura, el trabajo con las plantas naturas y por supuesto el turismo sostenible“.

“Hay un proceso de masculinización en el entorno rural”

Su trabajo con ganaderos locales dentro de la AECD ha permitido a Susana conocer de primera mano, no sólo la poca visibilidad de las mujeres, sino también la necesidad de encontrar ese relevo generacional que “tanto falta” en los pueblos.

“Hay un proceso de masculinización en el entorno rural”, explica. Y es que a lo largo de los años diversos estudios, incluido uno llevado a cabo en 2009 por el Ministerio de Medio Ambiente, han constatado esa masculinización debido a que las mujeres abandonan más el mundo rural.

“Es una realidad. Cuando la situación se pone difícil, las primeras que tienen la iniciativa de irse y hacer algo son las mujeres”, comenta Susana. “Durante mucho tiempo tenían el peso de la familia y esa responsabilidad de sacar a sus hijos adelante las hacía moverse para buscar trabajo fuera del entorno rural y resistir económicamente“.

“Hay una característica que tienen las mujeres en general, y que en el mundo rural se nota incluso más, y es que son capaces de emprender con seguridad”, dice la representante de la AECD. “Piensan mucho lo que van a hacer y pueden tardar en hacerlo, pero lo van a hacer con la seguridad de que van a salir adelante“.

Fuente: NIUS. Una información de Carla Gutiérrez

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