La UE ya incorpora en los tratados la mención a las zonas con desventajas naturales o demográficas graves y permanentes. Pero falta un desarrollo claro de estos principios, que han de materializarse en medidas concretas.
No sería justo decir que no se ha hecho nada, porque es cierto que se han llevado a cabo acciones que han repercutido en las áreas con problemas demográficos, pero son claramente insuficientes. Por eso, estamos pidiendo que se promueva una estrategia específica que sirva para definir criterios claros y garantías de ejecución de medidas concretas para frenar la situación.
El medio rural ha sido objeto de la atención de las instituciones europeas. La PAC y su segundo pilar ha promovido y financiado actuaciones para estimular el desarrollo de las zonas rurales. Y lo ha hecho tomando en consideración los órganos de decisión y ejecución a nivel más próximo, a través de los agentes de desarrollo local y estructuras próximas a la realidad social y económica del territorio. Pero es cierto que se hace cada vez más necesario articular medidas jurídicas, económicas y sociales centradas en resolver el problema de forma integral, no mediante acciones puntuales y, en ocasiones, inconexas.
Sobre la transversalidad, puedo decir que la permanente visibilización y reivindicación por la situación que viven las zonas rurales, remotas y despobladas, está permitiendo que poco a poco se vaya introduciendo de forma transversal el criterio poblacional en las iniciativas que se van aprobando.
Hay gestos que nos hacen pensar que sí. Por ejemplo, por primera vez, hay una Comisaría específica sobre demografía. En su discurso de investidura, la Presidenta de la Comisión Europea, mostró su compromiso con las zonas despobladas y lo manifestó anunciando esta cartera y la presentación de un estudio a gran escala sobre las condiciones de vida en las zonas escasamente pobladas. Pero el movimiento se demuestra andando, estamos muy pendientes de ver la evolución de estos compromisos y, ante todo, qué medidas se van a plantear una vez analizada la situación.
Yo creo que es importante alcanzar un compromiso firme por parte de los Estados Miembros, puesto que en toda Europa, con peculiaridades diferentes, pero también con puntos coincidentes, se produce el fenómeno de la despoblación. Pero creo que además hay que hacerlo desde el rigor, con un marco regulatorio que identifique y defina bien el problema y con una estrategia sólida para arbitrar medidas a todos los niveles que den resultados y que puedan ser evaluables.
La exigencia que reivindicamos en Europa, también la debemos exigir en los territorios para poder llevar a cabo medidas que realmente resuelvan los problemas que están propiciando el éxodo hacia zonas urbanas. Para eso, hace falta inversión y apostar por modelos de desarrollo que fijen población, en vez de invitarla a salir hacia otras zonas.
Estamos defendiendo esa reserva mínima para políticas de despoblación. Es una de las reivindicaciones que se aprobaron en el Parlamento Europeo en la anterior legislatura y estamos muy pendientes y exigentes en las negociaciones tripartitas (trílogos) entre el Consejo, el Parlamento y la Comisión Europea, de cara a la reforma del reglamento FEDER.
En cualquier caso, no es lo más importante. Creo que lo es más importante es defender la transversalidad de las políticas para frenar el despoblamiento en los diferentes reglamentos estructurales. Por ejemplo, así lo hemos conseguido en el Reglamento del Fondo de Transición Justa y del ReactUE que incorporan nuestras enmiendas específicas que solicitan dar consideración especial, prioridad a las zonas despobladas a la hora de acceder a estos fondos. Esas sinergias son muy interesantes y deben ayudar a reactivar las inversiones y la economía en esas zonas.
El desarrollo rural es muy importante, y a ese respecto hay que seguir apoyando a este sector que es esencial, pero no ha de ser la única orientación que se le de al problema de despoblamiento. Creo que es muy importante combinarlo con modelos de crecimiento económico ligados a otros sectores que pueden tener potencial y ser compatibles con el medio rural, como puede ser la economía verde, el desarrollo tecnológico, la digitalización, el turismo, o determinados servicios. Tenemos que ser creativos en las soluciones y, ante todo, ampliar el abanico de posibilidades.
El desarrollo rural es un ámbito primordial en las políticas europeas desde el comienzo del proyecto europeísta. Siempre ha tenido un peso importante y lo seguirá teniendo. Necesitamos fortalecer el tejido rural y el sector productivo porque contribuye a generar riqueza y a fijar población. También contribuye a la consecución de otros grandes objetivos que se están planteando en la agenda europea. Por eso, hay que combinarlo con otras sinergias para hacerlo más fuerte aún. Por ese motivo, también nos empeñamos en introducir ese vector en prácticamente todas las áreas de trabajo.
Queda mucho para poder decir que estamos en una situación óptima, pero ciertamente se está avanzando al respecto a la hora de defender el desarrollo rural ligado a desarrollo económico, medioambiental y social.
Fuente: REDR