Un sector que se caracteriza por la proximidad de sus productos lo que conlleva múltiples ventajas ambientales y económicas y que no depende de productos importados.
El impacto del coronavirus ha puesto en jaque las actividades de nuestras zonas rurales por lo que es necesario que se establezcan ayudas de forma inmediata, se agilice el pago de la PAC como ya se ha anunciado, y, sobre todo, se rebaje la presión fiscal.
Entre los sectores que más están sufriendo los efectos de esta pandemia son, por un lado, la flor cortada ante la supresión de celebraciones, entre ellas, la Semana Santa.
Las dificultades que están teniendo los pescadores para mantener las medidas de distanciamiento en sus pequeñas embarcaciones o las mujeres que manipulan el espárrago verde y que, dadas las limitaciones de espacio y la propia organización en cadena, hace aún más complicado y estresante la elaboración de esta hortaliza que emplea mucha mano de obra tanto en la fábrica como en el campo.
¿Qué ocurre con los ganaderos que tienen que seguir cuidando, alimentando, sacando al campo y atendiendo los animales que no entienden de restricciones ni de confinamiento?
Otros sectores como el del turismo rural también vive un mal momento. El cierre de alojamientos turísticos decretado a causa del coronavirus afecta negativamente a este sector. Al frente de los establecimientos turísticos del medio rural suelen estar empresas de vecinos que casi nunca vienen de fuera, no se marchan y se mantienen en mayor porcentaje y más tiempo que en la ciudad.
Aunque se desplome el consumo y se complique la distribución, nuestros agricultores, ganaderos y pescadores siguen trabajando y hay que cuidarlos ahora más que nunca.
Fuente: Informativo matinal Canal Sur Noticias