La España rural: “La cultura está en los pueblos”

“Las tradiciones, los bailes, los cánticos y los trajes, los oficios, las leyendas y los conocimientos sobre naturaleza o climatología es lo que hoy se vacía y se muere”


La España rural: “La cultura está en los pueblos”

La España rural está alzando la voz, tanto que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha movilizado a sus ministros ante el temor de que se reproduzca en España un movimiento de protesta como el de los chalecos amarillos de Francia.

Sánchez ve “inaceptables” los bajos precios para los agricultores y ha pedido autocrítica a las grandes distribuidoras. Los precios de origen están estancados mientras los costes siguen subiendo, por lo que los agricultores y los ganaderos españoles se están movilizando.

Se trata de un fenómeno que también tiene que ver con la España despoblada. En La Mirada del Lector de La Vanguardia hemos abierto un espacio de debate, en el cual invitamos a nuestros lectores que viven en el medio rural a explicar a la ciudadanía esta problemática.

La crónica

Víctor Cano: “Los pueblos no piden nada que no les pertenezca”

Ya he leído muchos artículos, teorías, motivos sobre la despoblación. Todas tienen razón. Todas. No hay trabajo, servicios, internet,… todas tienen razón y son problemas a los que urge darles solución.

Hay mucho que analizar, hay que trabajar con ahínco para tratar de recuperar algo hasta el punto que sea posible, con la lógica y la humanidad que se le presupone a un país como este.

Será imposible que a todos los pueblos lleguen 500 nuevos habitantes entre migraciones y nacimientos, y contando defunciones… a lo mejor el esfuerzo debe centrarse en seguir aprendiendo y seguir siendo felices en unos pueblos cada vez más envejecidos y por tanto cada vez más vacíos.

Es curioso que en los tiempos que corren hay gente y políticos muy preocupados porque se arranque alguna que otra comunidad autónoma del mapa ibérico (Cataluña o País Vasco…) pero nadie se imagine un mapa sin los pueblos bastante más cercanos, con familiares, amigos, gente cercana o al menos con vecinos de provincia y de comunidad. Cuanto menos es curioso, pero traten de dibujar ese mapa a ver qué nos queda.

La historia de la despoblación es aquella de “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Puede venir desde la industrialización de la economía, la industrialización del campo, cuando una maquina empezó a segar mejor que 50 aparceros. Seguramente, pero vamos más allá.

Los padres en los pueblos comenzaron a decir “hijo, estudia y vete de aquí para ser algo en la vida, aquí no hay futuro” y… en este punto estamos”

La gente antes se iba de los pueblos después de estudiar, hoy, sin colegios se tienen que ir casi desde niños o como muy tarde a la edad universitaria, y pocos son los que tienen la opción o la ilusión de volver al seno de su familia, amigos, vecinos,… los que quedan… como quedan.

La universidad era antaño, desde el renacimiento, en una época aún de analfabetismo medieval, un espacio de cultura y de pensamiento crítico, de reivindicación política y social.

De ahí que se ganasen el reconocimiento y admiración de los vecinos el señor licenciado y el doctor (como doctorado, no como médico).

Pero eso era antes, en una época quizás clasista pero muy respetuosa. Lo de la cultura que otorgaba la universidad lo hemos cambiado por conocimientos enlatados para “conseguir un trabajo”, aunque a tenor de la cantidad de ingenieros que hay sirviendo cervezas detrás de una barra, deberíamos empezar al menos a ponerlo en duda.

Y lo del pensamiento crítico, aquel que inició movimientos y revueltas para conseguir muchos de los derechos de los que ahora disfrutamos (tradición que en otros países aún perdura) parece que alguien se encargó de acallar.

Por suerte hoy en día tenemos tal cantidad de licenciados que no hace falta venerarlos, otra cosa es el porcentaje de ellos que trabajan “de lo suyo”, que también algún día habría que planteárselo”

Paralelamente en el tiempo había un gran proceso de ridiculización social del aldeano inculto, del pobre pueblerino, del pastor, del granjero y del campesino, del paleto, del analfabeto… qué incultura, no saber detectar lo que es la cultura.

La cultura entendida como las tradiciones, los bailes, los cánticos y trajes, los oficios, la arquitectura y las leyendas. Los conocimientos culturales sobre naturaleza, climatología, medicina o relaciones sociales entre vecinos, eso es cultura que nace de lo que hoy se vacía y se muere.

Tuve la suerte de visitar varios países, y el tiempo que viví en Bolivia aprendí cómo los niños aprenden con alegría a valorar sus bienes culturales en la escuela, todas las músicas, danzas y trajes “regionales” de un país como ese con una vasta riqueza cultural.

Algo que aquí los cultos hace tiempo que aprendieron a olvidar. La cultura. La cultura está en los pueblos, en su sana y rica gastronomía, en sus celebraciones, religiosas o paganas, en su tratamiento a la tierra el agua o el fuego como recursos.

Creo que queriendo ser muy inteligentes cada vez somos más incultos. No se sabe valorar un guiso (o realizarlo) o un plato de legumbre sin glamour, porque es complejo, lleva mucho tiempo del que no disponemos”

Hay quien se ríe a carcajadas de quien viste un traje regional, porque prima la moda instagramer de las grandes marcas de vestir y las gafas de sol. Todos con la misma ropa, iguales, como ovejas, sin personalidad propia.

De ahí que la moda, por suerte, no alcanza a las gentes cultas de la provincia cuyas señoras visten un florido vestido hecho a medida, o el señor que viste un vetusto pantalón gris desconjuntado con un jersey de lana verde con varios años de antigüedad.

A todas luces son gente que no es rentable para la industria textil porque hacen que su ropa dure años y años, y claro, no van a la moda cambiante de otoño primavera o verano que propone la multinacional de turno. ¡Qué incultos! ¡Por favor!

Del mismo modo nos enseñaron que es mucho mejor un litro de leche ordeñada a 500 km. Envasada a 800 km y distribuida desde la capital, por tanto, con mucha más calidad que la leche en cazuela recién hervida y con nata del vecino de al lado, porque no viene en brick!

Porque en el precio está la calidad, que llaman, y además el vecino no se anuncia en la televisión, y el brick sí.

El grano de trigo que comemos en el pan de cada día puede que haya sido segado en nuestro pueblo, pero viajó en camión a un almacén a tres horas de distancia, para rodar hasta una harinera de otra autonomía, y a la panificadora de donde sea, porque somos globales, y queremos consumir lo que quieren llamar calidad (y pagar 5 veces más por lo que producimos)”

Y claro, si donde vivo “no hay cultura”, no venden ropa chic, la leche no me la venden en una gran superficie, etc. etc. etc. Pues me voy.

Y así cuando llego tan feliz a la ciudad puedo tener una casa más pequeña, más cara, y ser feliz llenándola de cosas innecesarias que anuncia un famoso para una gran marca, porque está de moda.
Que es una opción de vida que cada cual elige y no tiene por qué ser mala, ¡ojo! Máxime cuando lo complementas con un jugoso sueldo en una pizzería o en una conocida cadena de supermercados. Está de moda.

Luego están los que tienen un muy buen trabajo con un muy buen sueldo que por supuesto no podrían tener en el pueblo, que serán muchos, ole por ellos. Y los que se van a la ciudad para estar en paro, que los hay. Cada cual con su elección.

No hemos hablado en este texto sobre porcentajes ni datos estadísticos que cada vez hay más y más pesimistas.

Hablamos de personas, sociedad y humanidad, aunque sí me gustaría conocer datos porcentuales de decesos por cáncer per cápita en la urbe y en el medio rural, o casos de drogadicción y otros males que aquejan a nuestra sociedad moderna.

Porque los pueblos, como las ciudades, tienen cosas malas, pero muchas cosas buenas también, y muchas ventajas. Muchas”

Y a eso debería dársele publicidad, más allá de lo ecológico, sostenible, etc. Que también influye. Por supuesto. Es pues un deber dejar de reírse de los pueblos y sus habitantes con chistes, presupuestos y discursos.

El medio rural lo primero que necesita es respeto, y a partir de ahí, que las familias que quedan puedan vivir con dignidad, que se pueda tener hijos porque se les puede dar de comer, y porque pueden ir a un médico, o a un colegio con los impuestos que seguimos pagando.

Si vienen o retornan familias, mejor, si aparecen empresarios a sumar o inversores con intenciones sanas, serán bien recibidos, no lo duden.

Los pueblos están repletos de gente honrada y trabajadora. Incluso, creativa.

Grandes triunfadores de nuestro país salieron del medio rural, como Amancio Ortega (Busdongo, León), Rafa Nadal (Manacor, Mallorca) o Andrés Iniesta (Fuentealbilla, Albacete) han crecido en pequeños pueblos, aunque solo han sido conocidos tras salir de ellos”

Aquí hay vida aunque algunos se empeñen en que no, hay paz y tranquilidad. También hay ocio y actividades para divertirse, nuestro Gran Hermano es merendar en la bodega, nuestra Operación Triunfo es celebrar la subsistencia el día del patrón con una verbena, una charanga o los dulzaineros, bañarnos en el río o pasear por el campo o la montaña, a pie o a caballo.

Nuestros fondos de pantalla son atardeceres eternos y sin prisa, día sí día también, nuestro wassap es el bar o los bancos de la plaza, no buscamos aparcamiento y vamos a trabajar en 5 minutos andando.

No hay lo mismo que en la ciudad. pero créeme que se agradecen muchas de las cosas. Ofrecemos bellos paisajes para tus fotos de instagram, relaciones de calidad y más salud de la que podrías imaginar.

Los pueblos no piden nada que no les pertenezca, las personas no piden nada de más, solo dignidad e igualdad de trato, tenemos cultura, somos cultura y un sinfín de oportunidades de futuro.

No sé si esto tiene solución o tendremos que aprender a seguir viviendo fuera del reality show, en el pueblo, en la realidad rural.

 

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