Secundino Caso (1965, La Hermida, donde «fui de los últimos que todavía nacían en casa») es el presidente de la Red Española de Desarrollo Rural (REDR) y vicepresidente de la europea. Y alcalde de Peñarrubia, en el desfiladero de La Hermida. La REDR acaba de celebrar en Somiedo unas intensas jornadas sobre los primeros 30 años de los fondos Leader.
-’30 años de Leader’. ¿De dónde partimos, dónde estamos y a dónde queremos llegar?
-¡Uf, mucho ha cambiado! El salto ha sido en los últimos tres o cuatro años. Hace 30 años el mundo rural no estaba de moda, los padres querían que sus hijos estudiasen para irse, porque era una vida poco dignificante; el cine retrataba al mundo rural como una zona casposa y atrasada, como en ‘Los Santos Inocentes’ y muchas más películas.
-Pero el campo seguía siendo un paria hasta que vino la covid.
-Hay un antes y un después con la pandemia, un cambio de conciencia hacia el campo. Lo que no se logró en décadas de trabajo lo consiguió un virus. Esto ha puesto más el acento en las políticas del mundo rural, con lo que ahora estamos en un contexto bueno, cambiando entre todos el relato. Queremos activar todas las palancas y hay muchísimo dinero europeo encima de la mesa, y parte de ese dinero va a ir a cohesión territorial y despoblación. Como son políticas transversales, por ejemplo la Secretaría de Turismo pone en marcha la ingente cantidad de 3.400 millones para dinamizar el sector en destinos de turismo sostenible, con 1.900 millones para el entorno rural, lo que son tres o cuatro millones por cada comarca.
-Es el momento del cambio…
-Me alegro infinito de que un presidente del Gobierno se atreva, como hizo Pedro Sánchez en Santander, a decir ‘¿por qué no descentralizar? ¿Por qué todo tiene que estar concentrado?
-Buen debate.
-Sí. Ahora los grandes conflictos del rural son el lobo, los incendios o las energías renovables. La ciudad necesita la energía y la tiene que producir el rural. ¿Me vas a poner el molino de viento sin más? Sentémonos y ordenemos el territorio y, por supuesto, no me engañes con tres duros para poner el molino y dejes la Ciudad de la Energía en Madrid con 8.000 puestos de trabajo…
-…Y los impuestos.
-Claro. Rompamos esa dicotomía entre urbano y rural, pero para eso tenemos que darle al mundo rural todo lo que se le ha quitado durante décadas.
-Nuestra ganadería tiene dificultades para competir en el mercado, por la propia estructura minifundista.
-Por supuesto. La ganadería en extensivo como base económica es fundamental, lo que aporta al ecosistema y a la biodiversidad es impagable, más allá de que produzca más o menos dinero…
-…Habla de servicios ecosistémicos…
-Claro, pero tenemos que darle un valor. Los que montamos el turismo rural en un municipio como el mío, donde no había nada, nos encontramos con un conflicto entre el ganadero y el turista, que le ‘espantaba las vacas’. En los últimos meses ya no tuvimos que explicarle nada a los ganaderos, cuando hemos tenido 50.000 lechazos en cámaras frigoríficas porque nadie venía a comerlos. Porque esos no se comen en casa, sino los turistas con poder adquisitivo.
-También al ganadero se le ponen dificultades.
-No ayuda nada que las normas sean difíciles de cumplir y luego está el tema de la gestión del lobo, que a nadie le hace mucha gracia que le mate la mitad del rebaño. La cornisa Cantábrica tiene que hacer una apuesta brutal por volver a incorporar las cabras y las ovejas. Durante cientos de años hubo equilibrio entre vacas, ovejas y cabras, y además con el pastoreo de las tres se mantenían los bosques limpios. Ahora, sin cabras ni ovejas, se están llenando de matorrales y zarzas. Falta volver a potenciar la incorporación de jóvenes con rebaños.
-Pero hay que pagar la leche a precios que merezcan la pena.
-Y también hay que acordarse de que antes por cada cabra se daban 12 euros de ayudas de la PAC, luego lo bajaron a seis y ahora es nada y lo han pasado todo al vacuno de montaña. Hay que incentivarlos, porque con un rebaño de 400 ovejas vas a vender 200 corderos a 50 euros. Son 10.000 euros, y con eso no vives. Si trabajamos en circuitos cortos de mercado lo mismo te los pagan a 65 ó 70. Ya son 14.000, y si das una pequeña subvención por la labor medioambiental de lucha contra incendios y por la biodiversidad de otros 8.000 o 10.000 euros, ya tienes los 24.000 euros que necesita una familia para vivir.
-Hablaba antes de la protección total del lobo…
-Es un error manifiesto. Llevarlo al Lespre el que más lo va a pagar va a ser el propio lobo. Tiene que vivir y cohabitar, pero cuando había alimañeros en los pueblos que cazaban lobos no se extinguió. Ni con venenos, lazos, etcétera. Se refugiaba en las montañas. Ahora es todo lo contrario, y está matando al lado de las ciudades. En Cantabria está matando en el arco de la Bahía de Santander, al lado de Torrelavega, en los barrios periurbanos. Si le echan del monte, porque el ganadero se protege con mastines, para él es más fácil coger una oveja en un prado que jugársela en los Picos de Europa contra un jabalí. Eso va a traer un conflicto, por mucho que queramos protegerle, el lobo no puede estar en todo el territorio español. Alguien tiene que controlarlo.
-Con un plan de gestión.
-Sí, para mí el Plan de Gestión del Lobo del Principado es el modelo perfecto. Y se estaba llegando a un equilibrio consensuado con la gente del territorio. El ganadero perdía algo de espacio y lo ganaba el lobo, pero había una armonía y un entendimiento, y cuando había muchos ataques se sacrificaban lobos concretos. Ahora se ha dejado desprotegida a la gente de la montaña.
-En las jornadas se ha hablado de la necesidad de simplificar la burocracia.
-Es tremenda. Increíble. No puede ser que alguien tarde uno o dos años en saber si puede o no hacer una actividad. Nos está matando. Un emprendedor que consigues que venga al mundo rural se pasa un año esperando a que le digan si puede o no empezar su actividad, sin saber de qué vivir y cómo empezar. No puede ser. Y que en otros países puedas crear una empresa en siete días. Faltan políticas de ordenación del territorio con criterios claros. Y no puede ser que los silencios administrativos sean negativos. Deberían ser positivos para que los funcionarios se pongan las pilas. Necesitamos una Administración más cercana y más pegada a la realidad. Y más ágil. Para los grupos de desarrollo rural lo más complicado es, a la hora de montar una empresa, son los papeles. A alguien que sabe hacer queso no le podemos obligar a convertirse en un experto en papeles, tenemos que dárselo hecho. Arquitecto, aparejador, normas de medio ambiente, de la confederación hidrográfica… Al final perdemos el verdadero valor. Lo demás tenemos la obligación de hacérselo todo.
-El campo tampoco puede ser un parque temático, como dice Adrián Barbón.
-Es complicado. El turismo rural es hoy muy potente, y ha desplazado al sector primario como primera actividad en muchos sitios. Hay miles de familias que viven del turismo. Sí es verdad que mucha gente viene como si fuera un parque temático, y además hay otra cosa contra la que luchar, que es la estacionalización. Que se abra tres meses de verano y luego ahí se quedan los cuatro del pueblo. Hay hoteles de tres meses de pelotazo y luego cierran. La gente no es que no quiera venir, es que no encuentra a dónde.
Fuente: El Comercio. Una información de O. Villa