Un obrador “mágico” en un pequeño pueblo del Corredor de la Plata

Cuando lees Pâtisserie Tokyo lo primero que se te pasa por la cabeza es un obrador de París. Pero no, da nombre a un pequeño obrador de postres de autor en la localidad sevillana de Gerena.


Un obrador “mágico” en un pequeño pueblo del Corredor de la Plata

Hace ya cuatro años y medio que Irene Morcillo, una joven repostera, nacida en Vigo y criada y formada en Barcelona llegó a este pequeño pueblo del Corredor de la Plata emulando los pasos del chef Ferran Adrià. “Él se desarrolló y fue reconocido practicando su visión de la cocina en un lugar apartado como la Cala Montjoi, a siete kilómetros de la localidad de Rosas en Girona y yo al igual que él me centro en mi visión de la gastronomía en mi caso, dulce”, explica.

Tras sopesar diferentes destinos, se decidió por Sevilla porque “me gustaba la ciudad y brindaba muchas oportunidades”. Y, aunque su idea inicial era asentarse en la capital andaluza los elevados costes le llevó hasta la provincia y, en concreto, a Gerena, un lugar que les transmitió buenas vibraciones.

Y así fue como Irene acompañada de su marido y socio Arnau Agan, un periodista de origen estambulita comenzaron a “levantar” en el pueblo este espacio en el que dar rienda suelta a la verdadera vocación de esta emprendedora que se ha ido forjando en centros como la Escuela de Hostelería Hofmann, la Universidad de Barcelona, junto a los mejores maestros pasteleros como Christian Escribà y Jordi Bordas, entre otros.

En sus inicios, Irene contó con el apoyo del Grupo de Desarrollo Rural Corredor de la Plata a través de ayudas LEADER cofinanciadas por la Unión Europea y la Junta de Andalucía. Esta subvención fue fundamental para ayudar a comprar la maquinaria necesaria del obrador y, a pesar del papeleo que requiere, este tipo de subvenciones me enseñó a “seleccionar muy bien a mis proveedores”, sonríe.

Emprender en el pueblo

El nombre de su negocio tiene acento francés porque la base de sus recetas esesencialmente gala, aunque también incluye la palabra Tokio (Tokyo en francés) porque Morcillo admira “la excelencia y el mimo” de la repostería nipona. “Es verdad que la gente no pronuncia correctamente Pâtisserie y no se quedan con el nombre pero les llama la atención y eso ya es importante”.

Las creaciones de Irene hacen honor a todas estas influencias internacionales dando lugar a creaciones tan singulares como las típicas baklavas turcas que han reinterpretado; los conocidos financiers franceses y un abanico de elaboraciones propias que sintetizan sus experiencias por el mundo.

“Nuestros postres son capaces de transportarte a otros lugares”, asegura Irene, una amante de los viajes, las experiencias y las cosas auténticas.

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Desde un principio Irene y Arnau han dejado claro que Pâttiserie Tokyo no es una pastelería de siempre donde encontrar las típicas recetas que llevan años acuñándose de generación en generación. Su concepto es innovador con pinceladas de vanguardia: «Nuestro cliente es alguien con buen paladar que disfruta de las cosas bien hechas, alguien que antepone la calidad a la cantidad», comenta Irene. Al tratarse de un producto muy exclusivo elaborado cuidadosamente a partir de una selección de ingredientes traídos de diferentes partes del mundo, la producción es muy limitada. “Se vende en el propio obrador, en algunos restaurantes, y se atienden también pedidos, pero actualmente no tenemos suficiente producción para vender online”, argumenta.

Recetas de autor

Cada una de sus recetas tiene su propia historia detrás. Así ocurre con «Tívoli», un postre con dos formatos: mochi e individual con el que viaja a su infancia con las típicas piruletas de feria y que está hecho con lima, granada y frambuesa, además de almendras y azúcar de caña integral sin refinar, entre otros ingredientes, Black & white» da nombre a un brownie de chocolate negro 70% con namelaka (cremoso en japonés) de chocolate blanco; Portofino es un bizcocho de almendra, naranja y vainilla de Madagascar y así una innumerable lista de delicatessen. Además, elaboran pasteles individuales como tartas y helados artesanos.

«Un cliente nos dio la idea de convertir nuestras tartas en helados y así creamos el de una de nuestras tartas más emblemáticas: brownie del marqués, dedicado al marqués de Albaserrada que conocimos personalmente en su casa palacio de Gerena».

El proyecto a futuro de Irene es culminar su carrera publicando un libro de recetas e historias de Pâtisserie Tokyo y dedicarse a la docencia. De hecho, ya ha impartido alguna masterclass en la Escuela de hostelería de Sevilla y ponencia en el IES Heliópolis transmitiendo así a las nuevas generaciones de pasteleros y pasteleras todo el conocimiento que ha atesorado en estos años.

Mientras tanto, sigue divirtiéndose sorprendiendo y haciendo felices con ingredientes nobles a todo el que pasa por su obrador mágico.

Fuente: ARA

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