Antonio Román, gerente del GDR Altiplano de Granada: «Dedicar recursos económicos y humanos a temáticas tan importantes como es el agua es una apuesta esencial para el medio rural»

En la Estrategia de Desarrollo Local (EDL) del Altiplano de Granada 2014-2020, tras el proceso participativo con los distintos actores sociales y la ciudadanía para su elaboración, se concretó una línea de ayuda “Una gestión del agua sostenible, eficiente, productiva y mitigadora de conflictos en el Altiplano de Granada”. Esta apuesta está en la línea de la Directiva Marco del Agua (DMA) que unifica las actuaciones en materia de gestión del agua en toda la Unión Europea. Desde el 22 de diciembre del 2000, DMA intenta dar respuesta a la creciente presión que supone el continuo crecimiento de la demanda de agua, de buena calidad y en cantidades suficientes para todos los usos, al mismo tiempo que intenta proteger las aguas en términos cualitativos, cuantitativos y de garantía de su sostenibilidad. La DMA es el asentamiento de los principios fundamentales de la gestión moderna de los recursos hídricos existentes en Europa, pero hacer llegar esta nueva visión al medio rural, no es fácil. Por ello, un proyecto que surge desde la propia población y que pone su foco principal en el agua, está siendo para el GDR del Altiplano de Granada, todo un reto, ya que consiste en incorporar líneas de trabajo más globales ante un recurso limitado como es el agua, uniéndolas a necesidades específicas concretas en su propio territorio.
  • ¿En qué consiste vuestro proyecto? ¿Por qué habéis decidido emprender este proyecto?
En la EDL que elaboramos en el 2016 con todos los agentes sociales del territorio, surgió como temática transversal a afrontar para el Altiplano de Granada, el agua. Había una fractura social, económica y medioambiental entre la parte norte del territorio que defendía el río Castril por su gran valor ecológico, denunciando su trasvase por demandas de agua de la parte de Murcia y Almería; mientras en la zona más al sur, justificaba la demanda de agua, de la subcuenca del Guadiana Menor y sus afluentes, para sus cultivos y el abastecimiento de consumo para la población mayor del territorio, Baza, con 20.412 habitantes, que supone casi un tercio de la población de ambas comarcas. Hasta ese momento cada zona defendía sus posiciones sin llegar a acuerdos que integraran las distintas demandas siendo uno de los temas de mayor tensión interna en el territorio sin consenso. Cuando empezó el proceso de la elaboración de la EDL del Altiplano de Granda, fue la primera vez que ambas zonas pudieron hablar de esta temática abiertamente y con la mayoría de actores sociales juntos. En ese proceso, la Plataforma Defensa río Castril fue la que más propuestas alternativas aportó, entonces, incidiendo en la necesidad de la defensa del agua como recurso hídrico indispensable para el territorio con una gestión integral del mismo. Toda la información diagnosticada, recibida y puesta en común en ese proceso hizo emerger este proyecto como intento de reducir las tensiones existentes hasta ese momento y avanzar juntos en una mejora de la gestión integral de este recurso básico para el Altiplano de Granada. Posteriormente, en el 2019, surgió la Asociación de Agricultores, Ganaderos y Productores (AGRAPO) de las comarcas de Baza y Huéscar, que realizó distintas reuniones en el territorio para presentar propuestas conjuntas a la II Fase del Plan Hidrológico del Guadalquivir 2021-2027 y con quienes colaboramos junto con vez el resto de agentes sociales para seguir en esta línea. En esa colaboración nos dimos cuenta que hacían falta datos más exhaustivos para el territorio y para seguir aportando propuestas más concretas para el Altiplano de Granada. En este momento nuestra entidad ha continuado por esta línea y estamos invirtiendo en diagnósticos que nos están aportando grandes expertos. Tenemos actualmente colaboraciones con la Universidad Politécnica de Madrid y con la Fundación Nueva Cultura de Agua, formada por un grupo de personas profesionales de diferentes ámbitos (académico, empresarial, cultural, social…) de España y Portugal. Este proyecto quiere aportar a la Confederación del Guadalquivir datos rigurosos de nuestra zona y activar un proceso participativo más amplio que aporte mejoras adaptadas al territorio al III Ciclo del Plan Hidrológico del Guadalquivir en el que estamos actualmente inmersos. Nos gustaría garantizar el artículo 14 de la DMA que habla de las consultas públicas a la ciudadanía e insta a: “…la participación activa de todas las partes interesadas a la aplicación de la presente Directiva, en particular en la elaboración, revisión y actualización de los planes hidrológicos de cuenca”. Incluso queremos conseguir, a medio y largo plazo, un espacio continuo de diálogo con la Confederación del Guadalquivir que se base en una figura que se lleva aplicando en Europa desde 1984, denominada Contrato de Rio. En España sólo existe una experiencia en esta línea en Teruel, asociada al río Matarraña, y nosotros queremos ahora aplicarla por primera vez en Andalucía.
  • ¿Consideras que el acceso seguro al agua sigue siendo un reto para las zonas rurales de la región?
Totalmente, actualmente hay muchos municipios pequeños que no pueden cumplir leyes tan elementales como la de 1991 de la Unión europea, aprobada como directiva 91/271/CEE, sobre el tratamiento de aguas residuales urbanas, porque realizar las infraestructuras necesarias a escalas pequeñas, con municipios menores de 20.000 habitantes, supone gastos multimillonarios para poblaciones con escasos recursos y con numerosas necesidades. Todavía no se realiza suficiente I+D+I adaptada a lo rural en cuestiones tan importantes como procesos de tratamiento de agua. En el medio rural se necesita sistemas más sencillos para tratamiento de agua adaptados a esos municipios más pequeños. Apoyar la innovación en procesos diseñados realmente para las necesidades del medio rural es un reto y una apuesta clara para el bien común. Muchas zonas rurales estamos en cabeceras de ríos, como es nuestro caso, y el Guadiana Menor, es el mayor afluente que abastece luego al Guadalquivir. Cuidarlo, no esquilmar sus recursos, proteger su valor ecológico y medioambiental y devolver a los cauces de los ríos en las mejores condiciones del agua cuando pasa por sus municipios, es un seguro de vida para el resto de municipios y ciudades que luego tienen que seguir aprovechando el agua. Los pueblos rurales primero tienen que saber cuál es su situación actual, cuántos recursos hídricos necesita su zona y tomar decisiones que orienten a sus economías por una apuesta a medio y largo plazo sostenible para su territorio. Si se hace una gestión y uso del agua responsable estamos protegiendo el medio rural, así como al resto de necesidades en otros territorios; además de a las generaciones futuras como protección de un bien común ambiental. 693298791 2032020145144
  • ¿A qué retos se están enfrentando las áreas rurales en la actualidad con respecto al agua y el saneamiento?
La demanda de agua sin un control real de las necesidades exactas de los distintos territorios. La gran amenaza de nuestro territorio es una demanda mayor de este recurso hacia otras zonas, sin asegurar un desarrollo real y sostenible para nuestros territorios. Tenemos que pensar economías sostenibles desde el punto de origen hacia abajo. Las demandas de ciudades y lugares alejados, o de agricultura, ganadería o industria intensiva, tanto interna como externa a los territorios no tiene sentido ante un bien que es escaso a nivel planetario. Si no hacemos un uso responsable del agua con una gestión integral de la misma desde su origen, secaremos y dejaremos sin abastecimiento a zonas rurales que ya por sí, tienen muchas deficiencias. No podemos pedirles a estas zonas que ya tienen carencia de muchas cosas que sean solidarios con zonas alejadas que tienen a sus servicios todas las comodidades. Tenemos que gestionar el agua en origen y hacer una buena planificación de manera coordinada entre todos. Por eso, nosotros vemos como una oportunidad el Plan Hidrológica del Guadalquivir. Entendemos que estamos en un momento vital para diagnosticar bien nuestro territorio, ver las necesidades exactas y cómo nos afecta y, finalmente, aportar opciones viables técnicamente, lógicas, y consensuadas con el territorio.
  • ¿Crees que las zonas rurales están preparadas para hacer frente a las consecuencias del cambio climático?
No, sobre todo porque las zonas rurales son los territorios olvidados en todos los sentidos. Todo el mundo habla de cambio climático, pero pocas veces estamos encontrando miradas y propuestas de solución de esta problemática para y desde el medio rural. Estos territorios tienen escasos o nulos recursos técnicos y humanos que les aporten y ayuden en estos procesos. Las zonas rurales son las que principalmente proveen de recursos, como son el agua, a otras zonas, pero son las últimas en tener datos actualizados de en qué situación se encuentran. En el Altiplano de Granada estamos estudiando hasta qué punto tenemos garantizado el abastecimiento de agua. Existen sistemas de producción más intensivos en otras zonas y ciudades que nos demandan recursos que se encuentran aquí, sin asegurarnos previamente que este recurso abastece las necesidades reales del territorio para luego compartir. Se tacha de insolidarios por ello a territorios rurales que paradójicamente tienen mayores necesidades que esas otras zonas y les repercute en mayor grado el cambio climático. Concretamente el Altiplano de Granada es uno de los territorios más áridos de toda la península con muy bajas precipitaciones al año. Este proyecto puede ayudar a detectar necesidades y fomentar mejoras para la adaptación al cambio climático. Puede, al mismo tiempo, ser un ejemplo y aportar soluciones como buena práctica para otros territorios (tanto rurales como más urbanos). La idea es dejar a los territorios diagnosticar, dialogar y ser corresponsables con la problemática actual de la escasez de recursos, el cambio climático y la sostenibilidad. Debemos trabajar todo el mundo juntos y ser coherente con en el uso integral del agua de manera óptima. La sensibilización, concienciación, información y toma de decisiones responsable para el territorio y para el bien común, es la clave para el avanzar en la lucha contra el cambio climático, y el agua es uno de los recursos clave.
  • ¿Cómo os puede ayudar la metodología LEADER a la hora de enfocar el proyecto?
La metodología LEADER ya nos ha ayudado, de hecho. Cuando empezamos el proceso participativo con la ciudadanía y los actores sociales en nuestro territorio para realizar nuestra Estrategia de Desarrollo Local, este tema era uno de los que a todo el mundo le preocupaba, pero no se atrevían a abordarlo de manera conjunta. La metodología LEADER, con sus procesos de diálogo participativo y de abajo hacia arriba, da la posibilidad de visibilizar aquellas temáticas que estructuralmente más afectan al medio rural. Poder dedicar recursos económicos y humanos a temáticas tan importantes como es el agua, es una apuesta esencial para el medio rural, su economía y su equilibrio con el medio ambiente a corto, medio y largo plazo.
  • ¿Consideras que esta línea de acción debería ser prioritaria para otros GAL?
Totalmente, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) recoge en su sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) que el acceso al agua potable y la garantía de suministro y saneamiento para toda la población de aquí a 2030 tiene que ser en condiciones de suficiencia, calidad, salubridad, aceptabilidad, asequibilidad, igualdad y equidad. Y, según la FAO, la valoración económica del agua a menudo pasa por alto otras dos importantes dimensiones: los valores ambientales, con la función del agua en el ecosistema, y los valores sociales, como la utilización del agua para producir alimentos sosteniblemente. Coordinar la actividad económica, social y medioambiental ante todo lo que significa la cultura del agua, garantiza una mejora de la calidad de vida para la población del medio rural. Apostar por proyectos de estas características, nos ayuda a mejorar las garantías de recursos básicos para la ciudadanía. Son vienes que ante una crisis como la que estamos viviendo del Coronavirus deben dar respuesta a la población en general. Si no cuidamos estos recursos esenciales para la vida, corremos el riesgo que ante situaciones como la que estamos viviendo actualmente, signifiquen tener contaminados recursos esenciales para sobrevivir. Fuente: REDR

Antonio Román, gerente del GDR Altiplano de Granada: «Dedicar recursos económicos y humanos a temáticas tan importantes como es el agua es una apuesta esencial para el medio rural»

En la Estrategia de Desarrollo Local (EDL) del Altiplano de Granada 2014-2020, tras el proceso participativo con los distintos actores sociales y la ciudadanía para su elaboración, se concretó una línea de ayuda “Una gestión del agua sostenible, eficiente, productiva y mitigadora de conflictos en el Altiplano de Granada”. Esta apuesta está en la línea de la Directiva Marco del Agua (DMA) que unifica las actuaciones en materia de gestión del agua en toda la Unión Europea. Desde el 22 de diciembre del 2000, DMA intenta dar respuesta a la creciente presión que supone el continuo crecimiento de la demanda de agua, de buena calidad y en cantidades suficientes para todos los usos, al mismo tiempo que intenta proteger las aguas en términos cualitativos, cuantitativos y de garantía de su sostenibilidad. La DMA es el asentamiento de los principios fundamentales de la gestión moderna de los recursos hídricos existentes en Europa, pero hacer llegar esta nueva visión al medio rural, no es fácil. Por ello, un proyecto que surge desde la propia población y que pone su foco principal en el agua, está siendo para el GDR del Altiplano de Granada, todo un reto, ya que consiste en incorporar líneas de trabajo más globales ante un recurso limitado como es el agua, uniéndolas a necesidades específicas concretas en su propio territorio.

  • ¿En qué consiste vuestro proyecto? ¿Por qué habéis decidido emprender este proyecto?

En la EDL que elaboramos en el 2016 con todos los agentes sociales del territorio, surgió como temática transversal a afrontar para el Altiplano de Granada, el agua. Había una fractura social, económica y medioambiental entre la parte norte del territorio que defendía el río Castril por su gran valor ecológico, denunciando su trasvase por demandas de agua de la parte de Murcia y Almería; mientras en la zona más al sur, justificaba la demanda de agua, de la subcuenca del Guadiana Menor y sus afluentes, para sus cultivos y el abastecimiento de consumo para la población mayor del territorio, Baza, con 20.412 habitantes, que supone casi un tercio de la población de ambas comarcas.

Hasta ese momento cada zona defendía sus posiciones sin llegar a acuerdos que integraran las distintas demandas siendo uno de los temas de mayor tensión interna en el territorio sin consenso. Cuando empezó el proceso de la elaboración de la EDL del Altiplano de Granda, fue la primera vez que ambas zonas pudieron hablar de esta temática abiertamente y con la mayoría de actores sociales juntos. En ese proceso, la Plataforma Defensa río Castril fue la que más propuestas alternativas aportó, entonces, incidiendo en la necesidad de la defensa del agua como recurso hídrico indispensable para el territorio con una gestión integral del mismo. Toda la información diagnosticada, recibida y puesta en común en ese proceso hizo emerger este proyecto como intento de reducir las tensiones existentes hasta ese momento y avanzar juntos en una mejora de la gestión integral de este recurso básico para el Altiplano de Granada.

Posteriormente, en el 2019, surgió la Asociación de Agricultores, Ganaderos y Productores (AGRAPO) de las comarcas de Baza y Huéscar, que realizó distintas reuniones en el territorio para presentar propuestas conjuntas a la II Fase del Plan Hidrológico del Guadalquivir 2021-2027 y con quienes colaboramos junto con vez el resto de agentes sociales para seguir en esta línea.

En esa colaboración nos dimos cuenta que hacían falta datos más exhaustivos para el territorio y para seguir aportando propuestas más concretas para el Altiplano de Granada. En este momento nuestra entidad ha continuado por esta línea y estamos invirtiendo en diagnósticos que nos están aportando grandes expertos. Tenemos actualmente colaboraciones con la Universidad Politécnica de Madrid y con la Fundación Nueva Cultura de Agua, formada por un grupo de personas profesionales de diferentes ámbitos (académico, empresarial, cultural, social…) de España y Portugal.

Este proyecto quiere aportar a la Confederación del Guadalquivir datos rigurosos de nuestra zona y activar un proceso participativo más amplio que aporte mejoras adaptadas al territorio al III Ciclo del Plan Hidrológico del Guadalquivir en el que estamos actualmente inmersos. Nos gustaría garantizar el artículo 14 de la DMA que habla de las consultas públicas a la ciudadanía e insta a: “…la participación activa de todas las partes interesadas a la aplicación de la presente Directiva, en particular en la elaboración, revisión y actualización de los planes hidrológicos de cuenca”. Incluso queremos conseguir, a medio y largo plazo, un espacio continuo de diálogo con la Confederación del Guadalquivir que se base en una figura que se lleva aplicando en Europa desde 1984, denominada Contrato de Rio. En España sólo existe una experiencia en esta línea en Teruel, asociada al río Matarraña, y nosotros queremos ahora aplicarla por primera vez en Andalucía.

  • ¿Consideras que el acceso seguro al agua sigue siendo un reto para las zonas rurales de la región?

Totalmente, actualmente hay muchos municipios pequeños que no pueden cumplir leyes tan elementales como la de 1991 de la Unión europea, aprobada como directiva 91/271/CEE, sobre el tratamiento de aguas residuales urbanas, porque realizar las infraestructuras necesarias a escalas pequeñas, con municipios menores de 20.000 habitantes, supone gastos multimillonarios para poblaciones con escasos recursos y con numerosas necesidades. Todavía no se realiza suficiente I+D+I adaptada a lo rural en cuestiones tan importantes como procesos de tratamiento de agua. En el medio rural se necesita sistemas más sencillos para tratamiento de agua adaptados a esos municipios más pequeños. Apoyar la innovación en procesos diseñados realmente para las necesidades del medio rural es un reto y una apuesta clara para el bien común. Muchas zonas rurales estamos en cabeceras de ríos, como es nuestro caso, y el Guadiana Menor, es el mayor afluente que abastece luego al Guadalquivir. Cuidarlo, no esquilmar sus recursos, proteger su valor ecológico y medioambiental y devolver a los cauces de los ríos en las mejores condiciones del agua cuando pasa por sus municipios, es un seguro de vida para el resto de municipios y ciudades que luego tienen que seguir aprovechando el agua. Los pueblos rurales primero tienen que saber cuál es su situación actual, cuántos recursos hídricos necesita su zona y tomar decisiones que orienten a sus economías por una apuesta a medio y largo plazo sostenible para su territorio. Si se hace una gestión y uso del agua responsable estamos protegiendo el medio rural, así como al resto de necesidades en otros territorios; además de a las generaciones futuras como protección de un bien común ambiental.

693298791 2032020145144

  • ¿A qué retos se están enfrentando las áreas rurales en la actualidad con respecto al agua y el saneamiento?

La demanda de agua sin un control real de las necesidades exactas de los distintos territorios. La gran amenaza de nuestro territorio es una demanda mayor de este recurso hacia otras zonas, sin asegurar un desarrollo real y sostenible para nuestros territorios. Tenemos que pensar economías sostenibles desde el punto de origen hacia abajo. Las demandas de ciudades y lugares alejados, o de agricultura, ganadería o industria intensiva, tanto interna como externa a los territorios no tiene sentido ante un bien que es escaso a nivel planetario. Si no hacemos un uso responsable del agua con una gestión integral de la misma desde su origen, secaremos y dejaremos sin abastecimiento a zonas rurales que ya por sí, tienen muchas deficiencias. No podemos pedirles a estas zonas que ya tienen carencia de muchas cosas que sean solidarios con zonas alejadas que tienen a sus servicios todas las comodidades. Tenemos que gestionar el agua en origen y hacer una buena planificación de manera coordinada entre todos. Por eso, nosotros vemos como una oportunidad el Plan Hidrológica del Guadalquivir. Entendemos que estamos en un momento vital para diagnosticar bien nuestro territorio, ver las necesidades exactas y cómo nos afecta y, finalmente, aportar opciones viables técnicamente, lógicas, y consensuadas con el territorio.

  • ¿Crees que las zonas rurales están preparadas para hacer frente a las consecuencias del cambio climático?

No, sobre todo porque las zonas rurales son los territorios olvidados en todos los sentidos. Todo el mundo habla de cambio climático, pero pocas veces estamos encontrando miradas y propuestas de solución de esta problemática para y desde el medio rural. Estos territorios tienen escasos o nulos recursos técnicos y humanos que les aporten y ayuden en estos procesos. Las zonas rurales son las que principalmente proveen de recursos, como son el agua, a otras zonas, pero son las últimas en tener datos actualizados de en qué situación se encuentran. En el Altiplano de Granada estamos estudiando hasta qué punto tenemos garantizado el abastecimiento de agua. Existen sistemas de producción más intensivos en otras zonas y ciudades que nos demandan recursos que se encuentran aquí, sin asegurarnos previamente que este recurso abastece las necesidades reales del territorio para luego compartir. Se tacha de insolidarios por ello a territorios rurales que paradójicamente tienen mayores necesidades que esas otras zonas y les repercute en mayor grado el cambio climático. Concretamente el Altiplano de Granada es uno de los territorios más áridos de toda la península con muy bajas precipitaciones al año. Este proyecto puede ayudar a detectar necesidades y fomentar mejoras para la adaptación al cambio climático. Puede, al mismo tiempo, ser un ejemplo y aportar soluciones como buena práctica para otros territorios (tanto rurales como más urbanos). La idea es dejar a los territorios diagnosticar, dialogar y ser corresponsables con la problemática actual de la escasez de recursos, el cambio climático y la sostenibilidad. Debemos trabajar todo el mundo juntos y ser coherente con en el uso integral del agua de manera óptima. La sensibilización, concienciación, información y toma de decisiones responsable para el territorio y para el bien común, es la clave para el avanzar en la lucha contra el cambio climático, y el agua es uno de los recursos clave.

  • ¿Cómo os puede ayudar la metodología LEADER a la hora de enfocar el proyecto?

La metodología LEADER ya nos ha ayudado, de hecho. Cuando empezamos el proceso participativo con la ciudadanía y los actores sociales en nuestro territorio para realizar nuestra Estrategia de Desarrollo Local, este tema era uno de los que a todo el mundo le preocupaba, pero no se atrevían a abordarlo de manera conjunta. La metodología LEADER, con sus procesos de diálogo participativo y de abajo hacia arriba, da la posibilidad de visibilizar aquellas temáticas que estructuralmente más afectan al medio rural. Poder dedicar recursos económicos y humanos a temáticas tan importantes como es el agua, es una apuesta esencial para el medio rural, su economía y su equilibrio con el medio ambiente a corto, medio y largo plazo.

  • ¿Consideras que esta línea de acción debería ser prioritaria para otros GAL?

Totalmente, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) recoge en su sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) que el acceso al agua potable y la garantía de suministro y saneamiento para toda la población de aquí a 2030 tiene que ser en condiciones de suficiencia, calidad, salubridad, aceptabilidad, asequibilidad, igualdad y equidad. Y, según la FAO, la valoración económica del agua a menudo pasa por alto otras dos importantes dimensiones: los valores ambientales, con la función del agua en el ecosistema, y los valores sociales, como la utilización del agua para producir alimentos sosteniblemente. Coordinar la actividad económica, social y medioambiental ante todo lo que significa la cultura del agua, garantiza una mejora de la calidad de vida para la población del medio rural. Apostar por proyectos de estas características, nos ayuda a mejorar las garantías de recursos básicos para la ciudadanía. Son vienes que ante una crisis como la que estamos viviendo del Coronavirus deben dar respuesta a la población en general. Si no cuidamos estos recursos esenciales para la vida, corremos el riesgo que ante situaciones como la que estamos viviendo actualmente, signifiquen tener contaminados recursos esenciales para sobrevivir.

Fuente: REDR

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