Vicente Pinilla es catedrático de Historia Económica en la Universidad de Zaragoza y director de la Cátedra DPZ Despoblación y Creatividad. Impartió este jueves en Alcañiz la conferencia de clausura de la jornada Constitución y territorio: el desafío demográfico como reto democrático, que organizó el Aula de la Uned para abrir su curso académico y la Fundación Giménez Abad.
-¿Por qué la despoblación es un reto democrático?
-Planteamos que el fenómeno de la despoblación genera una serie de efectos a escala local: la percepción de la gente que vive en los pueblos de que éstos están en riesgo de desaparición, como también genera otro tipo de problemas como pueden ser los incendios y, en este sentido, en un contexto democrático, legitima la necesidad de intervención. Es un tema importante en nuestra sociedad y es necesaria una intervención.
-¿Intervención institucional?
-Por parte de todo tipo de instituciones, no solo unas, sino de instituciones de distintos niveles y, a poder ser, de manera coordinada.
– Ha hablado de los incendios como uno de los efectos de la despoblación.
-La despoblación genera efectos como pueden ser los incendios. En los últimos que ha habido este verano se ha hecho énfasis en el tema del calor, pero se ha hablado menos de que el monte ha dejado de estar explotado económicamente por la despoblación, por el cambio del modelo de explotación rural, y esto genera una acumulación de combustible, de biomasa que, cuando se dan condiciones de calor extremo es fácil que prenda.
-¿Qué habría que hacer?
-Se tendría que conciliar el medio natural con una explotación que proporcionara algún tipo de rendimiento económico. El Estado no puede estar limpiando montes, porque la masa forestal es enorme. Habría que buscar una vía, que es muy complicada para las leyes que tenemos de protección de montes, para que pueda ser explotado económicamente, racionalmente y de forma sostenible.
-Usted dirige la cátedra de despoblación de la Universidad de Zaragoza. ¿Qué tipo de estudios realizan?
-El presupuesto es bastante modesto, aunque tenemos varias lineas de investigación. Una de las ellas consiste en encargar informes sobre temas que nos parecen relevantes en cuanto a articulación de políticas sobre la despoblación. Normalmente son informes académicos, aunque no exclusivamente, y luego les damos difusión. Tenemos otra linea para fortalecer el sentimiento de pertenencia de las personas a las comunidades. Y en ese sentido tenemos un concurso llamado ‘Qué bello es vivir en el pueblo’, y que está dirigido a escolares o a personas mayores para que realicen trabajos literarios o videos en torno a las ventajas que tiene vivir en un pueblo. Es una actividad muy popular que tiene mucha participación. También participamos en foros…
-¿Qué dicen los informes sobre el estado en que está el medio rural?
-Son informes muy temáticos. El año pasado hicimos dos sobre el teletrabajo, uno sobre las dobles residencias, sobre juventud y medio rural y ahora hacemos uno sobre cómo los medios de comunicación han analizado la despoblación. Contamos con otro proyecto en el que el periodista Miguel Mena está haciendo entrevistas a personas que se trasladaron a vivir fuera y ahora han vuelto. Son temas bastante diversos.
-Después de la pandemia ha habido personas que han vuelto a los pueblos. ¿Ese fenómeno se ha generalizado en todo el territorio?
-Los últimos datos estadísticos para España muestran un repunte de población en el medio rural, aunque yo personalmente me pregunto cuánto hay de real y de ficticio en ello, porque podría haber un caso de empadronamientos que más tienen que ver con el temor a que vuelva a haber limitaciones de movilidad que con la realidad. Por ejemplo, las cinco comarcas que más han crecido en Aragón demográficamente eran Jacetania, Alto Gállego, Sobrarbe, Ribagorza y Gúdar-Javalambre, que son comarcas que, sospechosamente, presentan muchas dobles residencias de zaragozanos o de valencianos. Habrá que esperar un tiempo para sacar conclusiones. En cualquier caso, la pandemia ha tenido un impacto muy coyuntural, aunque lo que tiene un impacto de más largo plazo es que algunas personas hayan descubierto lo que significa vivir allí y gracias al teletrabajo ven que no todos los días tienen que ir a trabajar a la empresa. Creo que va a tener más potencial el teletrabajo que esta idea de evitar situaciones sanitarias complicadas.
-Ha habido muchas iniciativas que se han centrado en traer familias numerosas para llenar las escuelas y que no han terminado bien. ¿Cuál es el camino?
-Hay una parte fundamental en el tema de la despoblación que es el arraigo. Es difícil que personas permanezcan en el medio rural si no consiguen este arraigo o no lo tienen previamente. Si se tiene un vínculo emocional y familiar con el pueblo es más fácil. Es indudable que entre 2000 y 2008 el crecimiento rural de Aragón se debió a la inmigración, aunque la inmigración es un tema complicado, porque cuando un inmigrante recala en un pueblo y estabiliza su situación, si no cambian sus condiciones a mejor acabará repitiendo lo mismo que los nativos. Por ello hay que trabajar el arraigo.
-¿Cómo se trabaja el arraigo?
-Habrá que facilitar estrategias que huyan de la coexistencia y faciliten la convivencia. Bandas, clubes, asociaciones… son estructuras que generan un capital social, son motivos que llevan a la gente a pensar que merece la pena vivir en un pueblo. Es decir, hay que promover la integración y articular la convivencia.
-¿Antes trabajo o vivienda?
-El tema de la vivienda es crucial. Se ha puesto el énfasis en la Sanidad o en la Educación, pero muchos servicios están próximos ya, y la distancia al centro sanitario y a la escuela en España no suele ser muy amplia. La vivienda destaca como un problema fundamental, sobre todo la de alquiler, porque cuando a una persona le ofrecen un trabajo debe poder acceder a un alquiler a un precio razonable. Hay ayuntamientos que están desarrollando censos de viviendas vacías o desocupadas susceptibles de ser alquiladas o compradas. Además, se pueden poner en marcha procesos de garantías a los propietarios para responder en el caso de que se produzcan impagos. Es uno de los terrenos más urgentes y prioritarios y en los que aún se pueden hacer cosas.
-¿Se está tomando conciencia del problema de vivienda?
-Sí, pero el hecho de intermediar entre propietarios e inquilinos ya es un indicio de que se está tomando conciencia. Hay que canalizar aquí muchos esfuerzos.
-¿Y en materia de servicios?
-Los servicios no son peores en los pueblos que en las grandes ciudades. La frecuentación en los centros médicos es superior en el medio rural que en el medio urbano. Los servicios básicos están razonablemente bien cubiertos. El problema lo veo yo en que puede no haber servicios financieros o servicios privados para comprar en comercios y esto es complicado de solucionar, porque no puede haber dispersión de ciertos servicios en el territorio, porque no funcionan. Otra cuestión es la red de alta velocidad de internet, que debe tener buenas prestaciones y donde queda mucho por hacer. Eso sí impide el teletrabajo.
-¿En qué sectores económicos se genera trabajo en el medio rural, en el sector primario?
-El sector primario, incluso en las comarcas rurales, ya no es el primer creador de la mano de obra, porque está muy mecanizado. Excepto en momentos coyunturales en que necesita mano de obra, no va a necesitar puestos de trabajo. Además, hasta en este sector hay dificultades para cubrir empleos. Diversificar la estructura productiva es importante. Los Grupos de Acción Local que gestionaban programas Leader son indispensables, porque identifican oportunidades, ayudan a las actividades económicas que se desarrollan. Es por ello importante mantener la estructura de los Grupos de Acción Local, que sean grupos descentralizados. Son la vanguardia de la lucha contra la despoblación, porque son personas que están en el territorio, que están pegadas a él y que están en el día a día. Son más eficaces esas acciones que se pueden hacer desde abajo que las que se puedan realizar desde arriba.
Fuente: Diario de Teruel